Ahora que vuelve el frío, es importante tener a punto una instalación de calefacción altamente eficaz para disfrutar de espacios confortables. Pero, ¿sabes cómo aprovechar y rentabilizar al máximo la inversión para calentar tu hogar o negocio? Las calderas de condensación se han convertido en la opción con mayores defensores a la hora de obtener calefacción y agua caliente sanitaria. Si eficiencia y respeto del medio ambiente son las principales causas de ser la elección favorita para muchos usuarios.
Qué son y cómo funcionan las calderas de condensación
Podemos comenzar la definición de calderas de condensación señalando que emplean hidrocarburos como gas natural, gasóleo o GLP (gas licuado del gasóleo). Su alta eficiencia viene dada por su capacidad para aprovechar el calor de la combustión y del vapor de agua. De esta forma no hay pérdidas y todo se transforma en energía.
Una vez conocido este proceso de condensación, pasamos a reseñar las ventajas que proporciona.
- Mayor rendimiento con un menor consumo de combustible o lo que es igual, se obtiene más calor a igual consumo de energía.
- Considerable ahorro en las facturas de luz y gas. Se estima que el gasto se reduce hasta en un 30%.
- La emisiones de CO2 se reducen y provocan un menor impacto medioambiental. Esto es debido a su preciso sistema de combustión, a que el gasto en combustible es mucho menor y a su alto y eficiente poder calorífico.
- Otro punto a favor de este sistema es que apenas emite ruido. Su funcionamiento se ha perfeccionado pensando también en la reducción de la contaminación acústica.
- Su fácil manejo y mantenimiento es muy cómodo, ahorrando tiempo y dinero.
- Este tipo de calderas son compatibles con instalaciones de radiadores y de suelo radiante, en todas ellas producen un ahorro considerable. Es más, a mayor consumo de calefacción, más rentable es su uso, puesto que maximiza su eficiencia.
Si además sigues estos consejos, conseguirás aprovechar al máximo el potencial de las calderas de condensación:
- Ventilar el tiempo justo para la renovación del aire.
- Utilizar termostatos programables.
- Cuando la calefacción no está encendida, no permitir la temperatura de la estancia descienda de los 18ºC.
- No cubrir los radiadores para no obstaculizar la circulación del calor.
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